sábado, 26 de diciembre de 2015

Academia e institución editorial - Gabriel Zaid

Las academias nacen como tertulias de aficionados a leer, en el Renacimiento: como instituciones de la conversación entre iguales, no como membresías ostentables en el currículo.

La universidad no es académica. Adoptó el adjetivo para adornarse, cuando las academias se volvieron prestigiantes. No solo eso: trata de apoderarse de las academias, como fuente de prestigio para las carreras burocráticas internas de la universidad.

La conversación libre de las academias pasa de la tertulia a la imprenta: una tertulia invisible que se reúne sin necesidad de un lugar y momento de reunión. Eso abre el diálogo a los contertulios lejanos en el espacio y en el tiempo.

Quizá por lo indefinido de quiénes, dónde y cuándo participan en la tertulia invisible, la institución editorial no es vista como institución, a diferencia de la universidad, que tiene edificios monumentales y presupuestos monumentales.

Einstein fue reclutado por la Universidad de Berna cuando ya había publicado su primera teoría de la relatividad. El marxismo y el psicoanálisis no salieron de las universidades: entraron, después de acreditarse en el mundo de la lectura libre. Tampoco la obra de Picasso, Stravinsky, Chaplin y Le Corbusier salió de las universidades: entró.

"Instituciones de la cultura libre", Letras libres

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