Prometieron no quejarse, pero lo hicieron. Encontrar a los titulares de algunos derechos de autor; la competencia de la edición pública; el bajo nivel de lectura; la circulación y distribución en el caso de pequeñas editoriales y claro, la crisis, son sus principales problemas. "Si los taxis van llenos vendo libros; cuando van vacíos, no", dijo jocosa la argentina Ana María Cabanellas, hacedora de libros en un país con "reglas de juego inestables".
El País
sábado, 4 de octubre de 2008
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