"Cuando se cumplieron diez años de la muerte del cuentista norteamericano, su editor, Gordon Lish, y su viuda, Tess Gallagher, alegaron, ni más ni menos, que fueron ellos quienes habían moldeado y confeccionado por completo la obra de Carver. Ellos habían aportado ideas, corregido y reescrito sus relatos casi por completo.Y sí, creo que el buen editor es el que, invisible, hace brillar un texto.
El periodista D.T Max fue de los primeros en husmear, reconstruir publicar todo el asunto. Intrigado por aquello, el reportero de The New York Times fue a Bloomington a visitar una biblioteca a la cual Gordon Lish había vendido todas las cartas y los escritos a máquina de Carver en los que estaban incluidas sus correcciones. D.T Max fue y revisó. Leyó uno de los libros de Carver (De qué hablamos cuando hablamos de amor) e hizo cuentas. Resultado: en su trabajo de editor, Gordon Lish había eliminado casi el cincuenta por ciento del texto original de Carver y había cambiado el final a diez de trece cuentos. Con el tiempo, los lectores descubrieron que Lish había quitado a Carver el excesivo sentimentalismo y dio a sus personajes esa especie de planicie emocional y verbal que tanto se asocia al estilo del escritor, así como esos finales abruptos con que terminaba los relatos..."
lunes, 1 de mayo de 2017
El islote deseable - El Pobrecito Hablador
"El editor que mejora al autor es, hasta cierto punto, el islote deseable", escribe el Pobrecito Hablador en Zenda, en "Bórreme de su editorial y su memoria". A propósito de algunas recientes polémicas en las redes releo ese artículo y comparto lo que, dice el Pobrecito Hablador, pasó con Raymond Carver:
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