La mayoría de estos lectores están trabajando para autores que están desarrollando su novela, para que, desde un principio, los personajes y situaciones no sean irreales u ofensivas, pero algunas editoriales ya están utilizando este tipo de filtros para seleccionar sus manuscritos. En un mundo donde un sencillo tuit de denuncia puede desatar una tormenta mediática, no es de extrañar que muchos quieran tanto cubrirse las espaldas como aprender de sus errores.
El debate sobre la libertad creativa, sobre el respeto al otro, está en la mesa. Hay quienes hablan de autocensura, o de mutilación de obras fundamentales de la literatura universal, y la consecuente no publicación de obras geniales pero políticamente incorrectas. Pero como apunta Ryan Holiday, no podemos dar gusto a todas las opiniones. Es hasta peligroso. Se vale comentar.
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